Autora: Hota-chan
Tabla: Recuerdos.
Fandom: Prince of tennis.
Personajes/pairing: Dream Pair — Fuji Syusuke y Kikumaru Eiji.
Fandom: Prince of tennis.
Personajes/pairing: Dream Pair — Fuji Syusuke y Kikumaru Eiji.
Género: Fluff.
Clasificación: Todo público {G}
#10: Retrato
#10: Retrato
Sumario: Syusuke sostuvo el marco de madera entre las manos, observando
la sonrisa radiante del otro lado del cristal.
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Syusuke sostuvo el marco de madera entre las manos,
observando la foto del otro lado del cristal, con una sonrisa indescifrable.
Impreso en el papel estaba la figura del pelirrojo, sosteniendo unos girasoles
con una sonrisa radiante. Era una fotografía que le había hecho el año pasado,
cuando habían ido a la granja de su hermana y, curiosamente, el pelirrojo le
permitió conservarla.
Muy contrario a él, Eiji odiaba las fotografías; odiaba
sentir que una parte de él quedaba confinada para siempre en el tiempo. Eiji
odiaba la esencia, el propósito mismo de las fotos, cuando él, como fotógrafo,
era justamente eso lo que amaba. Todo cambiaba (y él odiaba los cambios), todo
seguía su curso y mutaba, excepto las fotos. Las fotos siempre serían las
mismas sin importar cuantos años llevaran encima, y por eso eran maravillosas.
Depositó el retrato sobre su escritorio en cuanto sintió que la puerta se abría
violentamente.
Un asustado Eiji le veía desde el marco de la puerta,
extendiéndole el enorme oso de peluche que poseía y al cual se le estaba
saliendo el relleno por uno de los extremos.
—¡Fujiko-chan, Daigoro está herido! ¡Tienes que salvarlo! —el
aludido se puso en pie, despacio, rodeando el escritorio y encaminándose hasta
él, mientras inspeccionaba el peluche con seriedad, como si tuviese un daño
irreparable.
—Uhm, veamos qué puedo hacer por él —respondió, posando su
mano en los rojizos cabellos antes de revolverlos con suavidad. Entonces, con
ese pequeño gesto, el semblante de Eiji se relajó y sonrió levemente,
asintiendo.
Todo seguía su curso y mutaba, especialmente con Kikumaru
Eiji.
Desde que lo había conocido, ninguno de sus días había vuelvo
a ser igual. Todos estaban cargados de sorpresas, y, sobre todo, de cambios. Y
él, cuando lo miraba fijamente, cuando se perdía en la inmensidad de sus
azulados ojos, que brillaban de distinta forma cada vez que parpadeaba,
agradecía que sólo las fotos permanecieran intactas.
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