Título: Tabla Lemon
Fandom: Super Junior
Personajes/Pairing: KyuHyun x SungMin {KyuMin}
Género*Lemon
Clasificación nc-17
Advertencia: Alto contenido sexual
#2. Mordaza
Mordaza
Maldijo internamente, lo que se
expresó simplemente en un sonido estrangulado. Esto era totalmente incomodo,
totalmente exasperante. No estaba acostumbrado.
Normalmente era SungMin quien
llevaba la mordaza, porque era algo – por no decir bastante – escandaloso, y
desesperar al mayor era totalmente excitante.
Pero esa noche no, esa noche
SungMin había querido variar, jugar un poco más.
Y ahí estaba, de rodillas en la
cama, la espalda contra el respaldo. Sus manos inutilizadas porque si lo hacía,
perdía el juego. La tentación a un alcance de sus manos.
¿Y SungMin?
Su maldito hyung estaba apoyado
en sus rodillas y brazos, rosando descaradamente su trasero contra su hinchada
hombría. Friccionando esa carne entre ambas nalgas, apretando entre ellas su
erecto y goteante miembro. Y él quería gemir, gruñir como un animal en celo.
Pero algo se lo impedía, y eso lo desquiciaba.
“¿Qué? ¿Acaso no te gusta, KyuHyunnie?” Molestó el mayor,
aumentando el vaivén de su cuerpo, sin llegar a la penetración.
El moreno sacudió su cabeza,
queriendo contestar, queriendo gritarle al mayor que se empalara luego en su
hombría, susurrarle al oído mil palabras sucias mientras lo tocaba.
Pero solo pudo gemir desesperado,
queriendo arrancarse aquello que impedía que profiriera palabras.
“¿Eh? No entiendo lo que dices, bebé” Siguió tentando el más viejo,
doblando su cuello para verlo por sobre sus hombros. El más bajo entonces tomó
con su mano derecha el miembro duro del maknae, acercándolo a su entrada. Pero
en vez de penetrarse, comenzó a moverlo en círculo sobre su abertura,
ejerciendo la mínima presión, para que el glande jugueteara con esa parte tan
deseada, llevando el raciocinio del más joven al límite. Quien simplemente ya
profería sonidos raros y estrangulados de desesperación “Debo suponer entonces…
¿Qué deseas esto no?” Preguntó el teñido, para finalmente hundir esa carne en
su interior, en una penetración seca y rápida.
Ambos gimieron, y KyuHyun
nuevamente sintió ganas de mandar el juego a la mierda. Pues necesitaba hablar,
gritar, tocar.
Pero era el mayor quien tenía el
control. Y él se quedaba con la maldita mordaza, hasta que el más bajo
decidiera terminar esa erótica tortura.
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