lunes, 9 de diciembre de 2013

{Super Junior - EunHae - El amor es algo simple}

Autora: Caracola (Nati Jacome)
Título: El amor es una cosa simple
Fandom: Super Junior
Personajes/Pairing: Hyukjae & Donghae
Clasificación: Todo público
Género: AU, Fluff
Sumario: "El amor es una cosa simple y ahora te lo demostraré" - Tiziano Ferro.
Advertencia: Es inmenso
El primer día que Donghae pone sus pies en la entrada de aquella escuela primaria, la mitad de una sonrisa adorna su rostro.

Como acción maniática y no más porque no sabe qué hacer con sus manos, pasa la izquierda por su nuca, aplanando aún más su cabello, corto y estilizado. Podría jurar que nunca se acostumbrará a ese nerviosismo que le invade cada primer día de todo.

Lleva un maletín de cuerina negra colgado del hombro derecho. Su camisa celeste, remangada casualmente en sus mangas y metida detrás de un cinturón fino negro le dan a su apariencia un estilo profesional. Todo bien pensado y planeado la noche anterior.

Sus zapatos están ligeramente sucios, volviendo vano el esfuerzo nocturno por lustrarlo, pues la entrada pasa por una gran cancha de tierra que debe atravesar para llegar al edificio.

Un paso lleva al otro, ese al siguiente y pronto, con manojo de nervios aplastando la boca de su estómago, está delante de una puerta de madera oscura donde se lee ‘Dirección’ con letras doradas sobre un fondo negro.

Dos pequeños golpes y luego de obtener permiso, entra.

Es lunes.

Un nuevo inicio.

=*=

Las presentaciones con los otros profesores fue rápida. Habló solo un poco al inicio, mostrándose todo lo incómodo que aquella situación puede tornarle, antes de exhalar el aire contenido y empezar a caminar hacia la cancha cubierta, donde se reúne a los alumnos y a las alumnas, ordenando los grupos para dirigirlos a sus salones.

Dos palmadas en su omoplato izquierdo hacen que su cuerpo se vaya un poco adelante, desprevenido.

-¡Tienes que calmarte, hombre!

Al girar su rostro lo ve.

Delgado, blanco, con ojos pequeños y expresivos, con una sonrisa amplia y amistosa, que deja ver sus encías con desparpajo.

Adorable.

En más de un sentido.

-Estos son como pequeñas fierecillas salvajes –continua sin retirar la mano de su espalda –si sienten tu miedo te comerán vivo.

Una nueva sonrisa y luego, como vino, Donghae lo ve marcharse como si nada.

=*=

A Donghae le cuesta poco acostumbrarse a sus alumnos. Pequeñas mentes ávidas de conocimientos, llenas de preguntas, siente que se parecen un poco a él o que él se parece un mucho a ellos. Le gusta estar así, rodeado de niños que no son suyos, mientras sueña que algún día tal vez podría tener los propios.

Quién sabe.

Las horas más divertidas son la entrada, la hora de la siesta y la salida. Es un profesor aplicado, pero no puede negar que aquellas instancias donde sus niños corren con libertad o se desparraman en el piso son sus preferidas.

Él les cuenta historias, todas salidas de los cuentos que su mamá le contaba cuando tenía más o menos su edad, aunque debe reconocer que han sufrido graves variaciones. Pero a los niños parece no importarles así que a él tampoco.

Cuando llega el viernes de aquella semana, Donghae no puede olvidar lo triste que se siente pasar solo el fin de semana.

=*=

-Al fin viernes, ¿no? –la pregunta viene de la estación frente a la suya. Gyum Mari es una de las profesoras que comparte sección primaria con él. La sonrisa que le regala siempre es amistosa y sus comentarios son agradables.

Han hablado un poco, pero Donghae debe reconocer que le cuesta abrirse a las personas con facilidad. No ha tenido buenas experiencias y prefiere compartir poco.

-¿Qué dicen si nos vamos a comer cerdo asado y tomar un poco de soju? –propone ShimHyenim, otra de las profesoras que comparte con Donghae y Mari.

-Es la mejor idea que he escuchado en todo el día –responde por todos, Lee Hyukjae, otro de los pocos maestros que ha logrado compartir con el recién llegado un café en media jornada, dos veces a la semana. La sonrisa no se le ha va del rostro, ni siquiera en aquellos comentarios que parecen mordaces. Donghae se ha preguntado si su colega sabe lo poco efectivos que son de esa manera.

-Entonces… ¿es un trato? –nuevamente Hyenim, emocionada ante la perspectiva de comida y alcohol luego de lidiar con sus insoportables chicos de quinto de básica.

-Yo debo decir que no –responde Julia Adams, profesora también aunque de Inglaterra que vino por un intercambio cultural, se enamoró de Corea del Sur y se quedó –Mañana debo levantarme temprano y si voy con ustedes sé que no lo haré.

Su coreano se escucha fácil aunque de vez en cuando, sobre todo cuando se emociona demasiado, sus palabras se tropiezan, una con otra y termina confundiendo hasta a sus alumnos.

Donghae también había querido decir que no, pero usar la misma excusa que la profesora Adams no cree que le vaya a servir. Es lo malo con las excusas, solo sirven cuando alguien la dice primero.

El reloj marca las 6 de la tarde de ese viernes.

=*=

Donghae se estira sobre su piso y mira hacia el techo. Tiene las manos sobre el pecho y su respiración es tranquila. Afuera, en las calles, la luz se va volviendo cada vez más artificial y va dejando en oscuras al pequeño departamento donde Donghae se ha mudado.

Es pequeño, realmente pequeño, pero a Donghae le gustó desde que entró y pudo notar que tenía un diminuto balcón por donde se ve la ciudad en su esplendor.

A Donghae le gusta Seúl. Le gusta mucho más que su ciudad natal de donde tuvo que salir con el cuento de que estaba buscando un mejor escenario para desarrollar sus capacidades de profesor. Le gusta aunque no tenga mar, ni aire puro, y las estrellas que se ven en el cielo no sean estrellas sino satélites. Aunque el silencio sea ficticio también y se consiga únicamente poniéndose audífonos con su música favorita.

Fragmentos de la conversación del viernes bailan en su cabeza y lo marean un poco. No sabe cómo, pero es fácil imaginar que en una salida como esa, la vida amorosa de cada uno sale a flote con rapidez.

Donghae prefiere regalarles sonrisas corteses, que son falsas porque las de verdad se le agotaron hace tiempo. Se lleva el vaso de bebida a la boca y moja los labios para fingir que toma. El sabor agrio apenas llega a su paladar pero no es nada comparado al verdadero, el que lleva adentro por ya mucho tiempo.

El grupo se anima, cada vez más, hasta terminar un poco más allá de lo apropiado y más acá de lo ridículo y por alguna razón, terminan cantando en una sala de karaoke.

Se sienta solo, aplaude y canta ciertos trozos de canciones desde su lugar. Cada quien vive en su mundo y nadie parece reparar en él realmente, lo que lo deja con esa sensación de soledad que tan bien conoce.

-No sé cómo haces para lograr no decir nada de tu vida, amigo –dice Hyukjae sentándose cerca de él mientras le ofrece un vaso con una bebida ambarina –pero tienes talento.

Hyukjae vuelve a sonreír como siempre lo hace y él le regala una pequeña, minúscula muestra de lo que es una de las suyas, verdadera, aunque efímera.

-La práctica hace al maestro –concluye y Hyukjae se ríe un poco antes de ser jalado por una de las maestras y hacer que le acompañe a destrozar una balada romántica.

Donghae recuerda mucho de esa noche, aunque no quisiera, porque recordar es malo y lo sabe por experiencia. Prefiere usar todo su cerebro en pensar en las clases, en sus niños y en las calificaciones.

Pero lo recuerda y la mitad de su ser se agita con preocupación y preguntas que no se anima a hacer. La otra prefiere recordar una linda sonrisa que enseña encías y dientes pequeños y blancos.

Respiraciones cortas hasta que cierra los ojos.

Es domingo y está solo y ha encontrado más de una razón para desear que ya sea lunes.

=*=

El lienzo ha dejado de ser blanco y ahora expone en su superficie lisa colores y manchas, algunas con formas de árboles raquíticos, otras con forma de nada. Alguna que fue pintada de roja y que ha debido asumir que es una manzana. Muchos pies. Algunas manos.

Sus alumnos se han ido hace media hora y Donghae aún no termina de animarse a recoger el lienzo. Debe ponerlo sobre algunas mesas para esperar que se seque, pero no ha dejado de admirar el trabajo.

La sonrisa sigue retenida en su rostro aunque no es completa.

-Imaginé que te encontraría aquí –la voz masculina del profesor Lee interrumpe sus pensamientos. Menos mal, resuelve Donghae, cuando se da cuenta que habían rozado peligrosamente en las fronteras de una ciudad reprimida.

Lee Hyukjae camina con resolución hacia el lienzo que los niños han destrozado con pintura, so pretexto de una exposición artística de la escuela y luego retrocede, sin fijarse, hasta el espacio que Donghae ha dejado sobre una de las mesas arrinconadas alrededor del salón.

Imita la posición de Donghae aunque no comparte su expresión.

-Mari y Shulia –comenta a baja voz, porque alzarla ahora parece inapropiado –preguntaban dónde estarías. Te has ganado un par de admiradoras ¿eh? –concluye, aún a baja voz, pero la sonrisa se la puede palpar en cada palabra.

Donghae sonríe de nuevo, sin haberse dado cuenta que la sonrisa se le había caído antes. Ese profesor, el que ahora se sienta junto a él, que siempre parece tener respuesta para todo, que sonríe a cada rato como si le subieran el sueldo por hacerlo, que se queja de los alumnos y juega con ellos a la rayuela, a la cogida, al fútbol… ese profesor es solo un personaje extraño.

Aunque al inicio aquella extrañeza le ocasionaba escozor en alguna parte del cerebro, ahora solo le provoca sonreír con ganas. Seúl no es Mokpo, se ha repetido desde el inicio. Seúl no es Mokpo y Hyukjae es solo Hyukjae.

-No te preocupes –resuelve antes de levantarse y posicionarse en un extremo del lienzo. -Te dejaré a Mari a ti

-Yah –llama Hyukjae poniéndose de inmediato en el otro extremo y ayudando a cargar con el lienzo para ponerlo sobre las mesas –recuérdame matar a Hyenim ¿ok? Solo fue una vez, ¿okay? Una puta vez –finaliza y Donghae se muerde los labios por reflejo para evitar que la sonrisa le salga sola viendo cómo su colega se rasca la nuca y muerde sus labios avergonzado.

=*=

La puerta golpea con fuerza al ser cerrada por la espalda de Donghae, que sigue apoyado sobre ella con los ojos abiertos como platos y la respiración entrecortada.

Su mirada ahora errática por cada superficie oscura de su pequeño, pequeñísimo, departamento, parece buscar entre las sombras de los muebles a un asesino oculto. Un asesino que conoce bien y que ahora amenaza con destrozar todo lo que ha construido todo este tiempo.

Son las ocho de la noche y es jueves.

Y por primera vez en meses quisiera que fuera fin de semana.

=*=

-Te dije que no volvieras por aquí –la voz de Donghae dice todas aquellas palabras apretadas y al apuro.

-¿Podemos hablar? –la pregunta suena casi una súplica pero Donghae no se deja engañar demasiado porque conoce aquél juego muy bien, demasiado.

-No tenemos de qué… –responde con igual rapidez que al inicio. Lo único que lo detiene a no marcharse de ahí es la presión en su antebrazo, ocasionada por la mano del sujeto que está a centímetros de él y que le asegura que si lo hace, el problema solo se hará más grande de lo que ya es.

-Solo hable---

La cuestión es que el problema ya es grande y Donghae se da cuenta de eso cuando alguien más aparece de pronto.

-¿Donghae? –la voz de Hyukjae, que por primera vez no suena divertida, se entromete en el diálogo apresurado que los dos sujetos sostenían frente a la entrada de la escuela donde Donghae trabaja. -¿Pasa algo?

Hyukjae está cerca, demasiado, como para no notar la mirada enfurecida del otro sujeto, la expresión atormentada de Donghae y el agarre en uno de sus brazos.

Donghae no quiere ver. De verdad, por qué no podía ese día ser como los otros, cuando se encuentra con Hyukjae en la entrada y caminan conversando de nada hasta el salón de maestros. ¿Por qué?

Oh sí, porque el pasado es como la sombra de Peter Pan, cosida en uno de sus talones.

-No, no pasa nada –contesta Donghae intentando desasir el agarre, suplicar con la mirada que deje todo así como está, mientras con otra mirada aún más devastada, le ruega a Hyukjae que haga como que no ha visto nada y se marche.

-Bien –dice con una sonrisa distinta –entonces vamos a clases. Si nos retrasamos más, llegaremos tarde.

Donghae se siente inútil y tonto y algo débil cuando Hyukjae pasa su brazo por sus hombros y con un jalón lo destierra del agarre, lo saca de ese perímetro, lo arrastra hasta un lugar que para él ya se convirtió en un refugio seguro.

Pero el brazo no se queda demasiado tiempo sobre sus hombros. Con lentitud, pero con seguridad, Donghae puede sentir como éste es retirado y regresa hasta uno de los costados de su dueño. Y Donghae empieza a querer que el piso se abra bajo sus pies y se lo trague entero.

El resto del día, Donghae se evapora de la sala de profesores, se llena de niños con caras pintadas y dibujos distintos sobre cartulina blanca, se salta el almuerzo y cuando la hora de salida suena, va directo hasta la salida.

Cuando llega a su departamento es cuando recién se da cuenta que el peso sobre sus hombros amenaza con derribarlo si da un paso más; nota que la respiración es difícil y que no puede, por más que quiera, evitar que todo lo que pensó que había dejado atrás, retorne con fuerza a estallarse contra su cara.

Shit!

=*=

El otoño está cediendo su paso indiscriminado al invierno. Las copas de los árboles, cada vez menos verdes, cada vez más huesudas, cada vez más solitarias como él, adornan las calles como si se sintieran orgullosas de su desnudez.

Donghae observa el mundo transcurrir por una vidriera, mientras su taza de café caliente humea esplendorosa e invitante.

Delante de él, el mismo sujeto del día anterior lo observa en silencio. Hubiera querido permanecer así, piensa Donghae, en el silencio más absoluto, fingiendo que no estaban ahí, que Mokpo seguía estando a un poco más de dos horas de distancia por tren y a muchas horas de su vida.

Pero las promesas vuelven a desfilar por los oídos de Donghae. Una y otra vez, las mismas de siempre. Que dejará a la esposa, que no le importará lo que digan, que estarán juntos, que solo necesita un poco más de paciencia, solo un poco más. Que su madre ha preguntado por él, que no sabe qué hacer con su vida sin él.

Las mismas promesas, las mismas palabras.

Pero Donghae ya no es el mismo.

Es sábado y son las cuatro de la tarde y Donghae inhala profundamente y devuelve la mirada hacia el frente donde él está, prometiendo, rogando. Y Donghae mira a su taza, con su café ahora frío y sin humo, igual de negro que siempre, como le ha gustado desde que lo probó. Mira su taza y mira de nuevo hacia el otro que se ha callado súbitamente, esperando.

Y es ahí recién cuando Donghae recuerda que sonreír, no siempre tiene que doler.

=*=

La conversación que Donghae temió todo el resto de fin de semana, no se ha dado en lo que va de esa, y ya van a miércoles. Tal vez Hyukjae no haya interpretado correctamente los signos. Tal vez los interpretó pero ha decidido mantenerse callado. O tal vez los interpretó bien y solo no le interesan.

De todas maneras, se repite Donghae, cualquiera de esas opciones es buena.

No importa.

=*=

-Al fin viernes, ¿no? –expone Mari y la típica conversación de cada viernes se desfila con flujo rutinario entre todos los presentes.

-Me iré a casa –dice Donghae, rompiendo con la rutina una vez entre muchas.

Mari, Hyenim y hasta Julia intentan convencerlo de animarse. Las tres le dicen que es necesario despejarse después de una semana de locura infantil de 8 de la mañana a 6 de la tarde. Le dicen que se sentirán mal si él no las acompaña. Le dicen, incluso, que el grupo no estará completo y Donghae, con una sonrisa cortés, declina cada uno de los ofrecimientos.

Se despide con un movimiento rápido de su cabeza, no queriendo darse demasiado cuenta que Hyukjae ha permanecido callado todo el tiempo.

=*=

La voz monótona del perífono anuncia la próxima salida del tren en su andén. El boleto está aferrado con fuerza en su mano, como si de él dependiera que Donghae encontrara la fuerza para seguir caminando.

Dos horas y unos cuantos minutos más y estará de regreso a todo aquello que una vez pensó dejar atrás para siempre.

Es solo que en ese momento no sabía que, sin importar cuánto te alejes, lo que dejas atrás lo cargas contigo, atado a tu cintura, cosido en tus talones, escondido en rincones oscuras de tu alma y te cazan cuando sonríes o cuando estás solo o cuando menos los quieres.

Y de verdad no importa cuánto huyas y corras y escapes, o lo intentes, porque además de terminar cansado, Donghae se da cuenta que también lo haces con un boleto en tu mano que te conduce de regreso a enfrentarlo.

=*=

-Bien, lo estuve pensando –dice Hyukjae de pronto, sentándose a su lado en una de las gradas de la cancha cubierta, mientras sus alumnos corren animados detrás de una pelota de basquetbol –que sé que soy muy guapo, pero tampoco soy tan irresistible ¿no?

Donghae lo mira un rato, frunciendo sus cejas y entrecerrando ligeramente sus ojos, intentando entender lo que está diciendo.

Pero Hyukjae sonríe y voltea la cara, esquivando la mirada de Donghae, antes de rascarse la nuca.

-Quiero decir… -y al empezar su voz baja hasta lograr que solo los dos puedan escucharla –que espero que no te haya metido en problemas con… tu sabes, tu… amigo.

Donghae parece entenderlo ahora y no sabe si reírse o golpearlo porque se ha dado cuenta que a veces Hyukjae es un poco idiota. No obstante, tal vez a manera de venganza personal, decide no hacer ninguna de las dos cosas y, en cambio, vuelve a mirar hacia el frente y le echa una porra a uno de sus alumnos.

-Okay, okay, lo entiendo… tal vez no debí meterme ese día –insiste, aunque esta vez paraciera estar dándose por vencido –Lo siento –concluye flexionando su mano hacia atrás y enseñando la palma mientras la punta de su lengua es apresada entre sus dientes.

Donghae no lo aguanta más y se ríe, echando la cabeza hacia atrás, con sus ojos casi vueltos dos rendijas negras y el puño sobre su boca y Hyukjae lo mira perplejo por varias razones, hasta que, luego de unos segundos, algo parece hacerlo reaccionar y comparte con él la risa.

-¿Estamos bien? –pregunta Hyukjae luego que ambos se han callado y mientras ve a Donghae limpiarse las esquinas de los ojos.

Donghae lo mira sonreído y asiente.

-Estamos bien.

=*=

-Okay, detente… ¡asustas!

Donghae se ríe divertido, realmente divertido.

Se ha reído toda la tarde; no ha podido dejar de hacerlo porque Hyukjae es el tipo más gracioso que conoce.

Es sábado y se juntaron para comprar algunas cosas para el departamento de Donghae.

Es solo que se le olvidó mencionar que Navidad es su época favorita del año y tal vez, solo tal vez, es un poco obsesivo con las lucecitas de colores.

-Tu casa terminará pareciendo carro alegórico –sentencia Hyukjae con cara de asco al ver las decenas de paquetes que han comprado aquella tarde.

-No –corrige Donghae en seguida- Parecerá una casa con espíritu navideño, nada más.

-Sí, un espíritu demoníaco.

Donghae se vuelve a reír porque no puede evitarlo.

Hyukjae prefiere morderse el comentario de que luce más adorable que toda la bola de alumnos primarios que tiene a cargo.

No que a Hyukjae le parezca adorable alguno de ellos.

=*=

Seúl respira Navidad más que cualquier otra ciudad que Donghae conozca.

Cada árbol de cada parque está adornado con luces; los pasajes son coronados con arcos de vegetación navideña ficticia y los faroles de los parques lucen enredaderas brillantes.

La nieve que cae le da un aspecto de bolita de cristal, de esas que tienen casas diminutas construidas por dentro y que siempre le intrigó a Donghae el cómo podrían construirlas con tan poco espacio.

No le importaría caminar todo ese trayecto solo. Pero no puede negar que tener a Hyukjae como compañía le da un ambiente distinto a todo.

Si Donghae se permitiera ser cursi, pensaría que todo adquiere tonalidad a cuento de hadas.

Pero no, Donghae no es cursi.

=*=

Las vacaciones de Navidad están por concluir y los profesores de su sección han organizado una reunión entre todos. Propusieron hacer un intercambio de regalos, pero al final solo quedó vigente la cena.

Los asientos están dispuestos de tal manera que Donghae y Hyukjae se sientan juntos y ríen en público por chistes privados.

Hyukjae se levanta algunas veces y propone brindis absurdos que amenazan con destrozar el abdomen de Donghae de tanta risa.

Sus compañeras también ríen y se desean entre todos buen futuro, encontrar un esposo, ganar la lotería, que sus alumnos se queden mudos un día a la semana.

La mano de Donghae roza accidentalmente la de Hyukjae y por un momento a Donghae se le vuelve a caer la sonrisa. Pero Hyukjae le sonríe y lanza su brazo por encima de sus hombros en un abrazo amistoso y confiado.

Y Donghae se siente en casa por primera vez en mucho tiempo.

=*=

-¿Mal día? –pregunta Hyukjae mientras le ofrece una cerveza que Donghae no sabe cómo rechazar.

-Pudo haber estado mejor –confiesa Donghae aunque a esas alturas ambos saben que no está siendo del todo sincero.

-Si quieres puedes contarme… -ofrece Hyukjae, quien poco a poco ha sido el depositante exclusivo de los secretos de Donghae.

De muchos de ellos, pero no de todos. En especial, no de uno.

=*=

Hyukjae ofrece acompañarlo hasta su departamento o darle el sofá para que duerma esa noche. Al día siguiente sería domingo y no tienen que madrugar, pero Donghae lo rechaza con un movimiento de mano mientras se encamina a la salida.

Hyukjae lo acompaña de todas formas hasta la calle e insiste en verlo partir aunque sea una parte del camino.

Donghae da dos pasos y se regresa nuevamente.

-Bien, gracias por escucharme –dice con sonrisa cansada pero limpia.

-Hey, no es nada –minimiza Hyukjae con una sonrisa y un movimiento de ojos.

-No, de verdad… Fue mucho… -corrige Donghae con insistencia -En todo caso, ya me voy

-Bien

-Buenas noches –se despide con la mano extendida en saludo indio –Y… gracias de nuevo.

Toda aquella situación lo pone tímido, demasiado tímido y demasiado incómodo.

-¡Oye! -llama Hyukjae y hace que se devuelva un paso y se voltee para mirarlo

-¿Qu---? –Donghae es interrumpido por la colisión delicada de un par de labios sobre los suyos. Sus ojos abiertos de par de par y su respiración contenida en la garganta - Oh… -consigue articular luego de que Hyukjae se separara y lo empezara a mirar fijamente -¿Por qué hiciste eso? -pregunta intrigado, sin saber aún si enojarse o dejarlo pasar

-Mmm… no lo sé –dice con las manos agarradas detrás de su espalda para que Donghae no note cómo le tiemblan.

-Okay, mira, no estoy tan vulnerable, ¿ok? No necesito actos de compasión…

-Créeme esto no fue por compasión.

-¿Ah, no? ¡Jajajá! ¿Qué… ahora resulta que te gusto?

-Pues sí… me gustas.

-¿Ah? –pregunta sorprendido Donghae -Pero pensé que no te gustaban los hombres.

-No me gustan…

-¿Entonces qué… te gusto yo?

-Sí, me gustas tú.

-…


-…


-Okay, -dice con una pequeña sonrisa asomándose a sus labios- entonces… ya me voy.

-Buenas noches... -contesta Hyukjae meciéndose sonreído sobre la punta de sus pies- Nos vemos el lunes.

-Sí, el lunes.
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N/A: Tadaaaaaam... si leyeron todo esto, perdón! xD A veces los kdramas se pasan no más a los ff...

3 comentarios:

  1. Nati, querida, esto no puede quedar en oneshot ;_; Me hace sufrir que sea así. Yo quiero más, mucho más de esto pedazo de gloria.
    Adoré el desarrollo, lento, calmado.
    Adoré a Hae como profesor de escuincles que ama. Y adoré que se mantuviera en la oscuridad todo el pasado de DongHae. Sí, se entiende lo del patán casado que dice amarlo; pero más ya no, y eso me encanta.
    Y el final así, tan sorpresivo (porque pensé que pasaría mucho mas), y tan tierno a la vez con esa semi-conversación con esos dos.
    Quiero más, porque necesito saber qué pasará entre ellos. Es obvio que se gustan, pero yo quiero más.
    La personalidad de Hyuk me encantó y me hizo reír.
    Gracias por compartir.
    Sigue escribiendo <3

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  2. Lo hiciste más grande! *-* Pues ya te dije con que parte me quedaba, pero ajldkfslfd... TODO ES PERFECTO Y LINDO Y LO QUIERO PARA MÍ.

    Me gustó la manera en que las cosas fluyeron entre Hyuk y Hae. Y ese detalle de las risas y los chistes privados dio un poco de miedo porque así son ellos y, da a pensar que estoy leyendo algo, un pasaje real de su vida adaptado en un fanfic <33

    Me alegro mucho de que hayas decidido publicarlo, pero fui todavía más feliz porque nos regalaste una historia hermosas de las que ya hay pocas u.u

    Ya tuve oportunidad de comentarte lo que pienso... y aquí no me queda más que decir: CONTINUAALOOO xDDD hahah ok, no porque yo también soy de las que apruebo los finales abiertos. Pero sería lindo que escribieras más EunHae otra vez <3

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  3. Oye tú... solo me haces sufrir, ¿sabes?, me sentí feliz cuando me llego la mención en twitter, sabes que me gusta el como escribes y yo estaré muy feliz de enterarme de las cosas que publiques ;;

    Y me encanto que fuera largo, largo ♥ ya tendrás idea de cuanto me gustan los escritos muy extendidos, me pareció algo muy tierno y misterioso por Donghae, ese pasado que no lo dejaba ser como alguna vez fue, pero me supongo lo arreglo, pues volvió a sonreír ♥ y fue con Hyukjae, bueno con ese hombre regalando sonrisas a todas horas yo tampoco me aguantaría las ganas de devolverle la sonrisa ;; además de que el mismo noto lo adorable que era askdkff; -dies-.

    Me quede con ganas de más, si soy una pediche (?), quiero más, :( me vas a golpear yo lo sé (?) la confesión fue muy linda, pero Donghae no contesto nada ajskfhy; -llora- ah, bueno, si decidieras continuar esto me encantaría enterarme, y si no, pues esta bien :)), cuídate ♥.

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