Título: El amor es una cosa simple
Fandom: Super Junior
Personajes/Pairing: Hyukjae & Donghae
Clasificación: Todo público
Género: AU, Fluff
Sumario: "El amor es una cosa simple y ahora te lo demostraré" - Tiziano Ferro.
Advertencia: Es inmenso
El primer día que Donghae pone sus pies en la entrada de
aquella escuela primaria, la mitad de una sonrisa adorna su rostro.
Como acción maniática y no más porque no sabe qué hacer con
sus manos, pasa la izquierda por su nuca, aplanando aún más su cabello, corto y
estilizado. Podría jurar que nunca se acostumbrará a ese nerviosismo que le
invade cada primer día de todo.
Lleva un maletín de cuerina negra colgado del hombro
derecho. Su camisa celeste, remangada casualmente en sus mangas y metida detrás
de un cinturón fino negro le dan a su apariencia un estilo profesional. Todo
bien pensado y planeado la noche anterior.
Sus zapatos están ligeramente sucios, volviendo vano el
esfuerzo nocturno por lustrarlo, pues la entrada pasa por una gran cancha de
tierra que debe atravesar para llegar al edificio.
Un paso lleva al otro, ese al siguiente y pronto, con manojo
de nervios aplastando la boca de su estómago, está delante de una puerta de
madera oscura donde se lee ‘Dirección’ con letras doradas sobre un fondo negro.
Dos pequeños golpes y luego de obtener permiso, entra.
Es lunes.
Un nuevo inicio.
=*=
Las presentaciones con los otros profesores fue rápida.
Habló solo un poco al inicio, mostrándose todo lo incómodo que aquella
situación puede tornarle, antes de exhalar el aire contenido y empezar a
caminar hacia la cancha cubierta, donde se reúne a los alumnos y a las alumnas,
ordenando los grupos para dirigirlos a sus salones.
Dos palmadas en su omoplato izquierdo hacen que su cuerpo se
vaya un poco adelante, desprevenido.
-¡Tienes que calmarte, hombre!
Al girar su rostro lo ve.
Delgado, blanco, con ojos pequeños y expresivos, con una
sonrisa amplia y amistosa, que deja ver sus encías con desparpajo.
Adorable.
En más de un sentido.
-Estos son como pequeñas fierecillas salvajes –continua sin
retirar la mano de su espalda –si sienten tu miedo te comerán vivo.
Una nueva sonrisa y luego, como vino, Donghae lo ve
marcharse como si nada.
=*=
A Donghae le cuesta poco acostumbrarse a sus alumnos. Pequeñas
mentes ávidas de conocimientos, llenas de preguntas, siente que se parecen un
poco a él o que él se parece un mucho a ellos. Le gusta estar así, rodeado de
niños que no son suyos, mientras sueña que algún día tal vez podría tener los
propios.
Quién sabe.
Las horas más divertidas son la entrada, la hora de la
siesta y la salida. Es un profesor aplicado, pero no puede negar que aquellas
instancias donde sus niños corren con libertad o se desparraman en el piso son
sus preferidas.
Él les cuenta historias, todas salidas de los cuentos que su
mamá le contaba cuando tenía más o menos su edad, aunque debe reconocer que han
sufrido graves variaciones. Pero a los niños parece no importarles así que a él
tampoco.
Cuando llega el viernes de aquella semana, Donghae no puede
olvidar lo triste que se siente pasar solo el fin de semana.
=*=
-Al fin viernes, ¿no? –la pregunta viene de la estación
frente a la suya. Gyum Mari es una de las profesoras que comparte sección
primaria con él. La sonrisa que le regala siempre es amistosa y sus comentarios
son agradables.
Han hablado un poco, pero Donghae debe reconocer que le
cuesta abrirse a las personas con facilidad. No ha tenido buenas experiencias y
prefiere compartir poco.
-¿Qué dicen si nos vamos a comer cerdo asado y tomar un poco
de soju? –propone ShimHyenim, otra de las profesoras que comparte con Donghae y
Mari.
-Es la mejor idea que he escuchado en todo el día –responde
por todos, Lee Hyukjae, otro de los pocos maestros que ha logrado compartir con
el recién llegado un café en media jornada, dos veces a la semana. La sonrisa
no se le ha va del rostro, ni siquiera en aquellos comentarios que parecen
mordaces. Donghae se ha preguntado si su colega sabe lo poco efectivos que son de
esa manera.
-Entonces… ¿es un trato? –nuevamente Hyenim, emocionada ante
la perspectiva de comida y alcohol luego de lidiar con sus insoportables chicos
de quinto de básica.
-Yo debo decir que no –responde Julia Adams, profesora
también aunque de Inglaterra que vino por un intercambio cultural, se enamoró
de Corea del Sur y se quedó –Mañana debo levantarme temprano y si voy con
ustedes sé que no lo haré.
Su coreano se escucha fácil aunque de vez en cuando, sobre
todo cuando se emociona demasiado, sus palabras se tropiezan, una con otra y
termina confundiendo hasta a sus alumnos.
Donghae también había querido decir que no, pero usar la
misma excusa que la profesora Adams no cree que le vaya a servir. Es lo malo
con las excusas, solo sirven cuando alguien la dice primero.
El reloj marca las 6 de la tarde de ese viernes.
=*=
Donghae se estira sobre su piso y mira hacia el techo. Tiene
las manos sobre el pecho y su respiración es tranquila. Afuera, en las calles,
la luz se va volviendo cada vez más artificial y va dejando en oscuras al
pequeño departamento donde Donghae se ha mudado.
Es pequeño, realmente pequeño, pero a Donghae le gustó desde
que entró y pudo notar que tenía un diminuto balcón por donde se ve la ciudad
en su esplendor.
A Donghae le gusta Seúl. Le gusta mucho más que su ciudad
natal de donde tuvo que salir con el cuento de que estaba buscando un mejor
escenario para desarrollar sus capacidades de profesor. Le gusta aunque no
tenga mar, ni aire puro, y las estrellas que se ven en el cielo no sean estrellas
sino satélites. Aunque el silencio sea ficticio también y se consiga únicamente
poniéndose audífonos con su música favorita.
Fragmentos de la conversación del viernes bailan en su
cabeza y lo marean un poco. No sabe cómo, pero es fácil imaginar que en una
salida como esa, la vida amorosa de cada uno sale a flote con rapidez.
Donghae prefiere regalarles sonrisas corteses, que son
falsas porque las de verdad se le agotaron hace tiempo. Se lleva el vaso de
bebida a la boca y moja los labios para fingir que toma. El sabor agrio apenas
llega a su paladar pero no es nada comparado al verdadero, el que lleva adentro
por ya mucho tiempo.
El grupo se anima, cada vez más, hasta terminar un poco más
allá de lo apropiado y más acá de lo ridículo y por alguna razón, terminan
cantando en una sala de karaoke.
Se sienta solo, aplaude y canta ciertos trozos de canciones
desde su lugar. Cada quien vive en su mundo y nadie parece reparar en él
realmente, lo que lo deja con esa sensación de soledad que tan bien conoce.
-No sé cómo haces para lograr no decir nada de tu vida,
amigo –dice Hyukjae sentándose cerca de él mientras le ofrece un vaso con una
bebida ambarina –pero tienes talento.
Hyukjae vuelve a sonreír como siempre lo hace y él le regala
una pequeña, minúscula muestra de lo que es una de las suyas, verdadera, aunque
efímera.
-La práctica hace al maestro –concluye y Hyukjae se ríe un
poco antes de ser jalado por una de las maestras y hacer que le acompañe a
destrozar una balada romántica.
Donghae recuerda mucho de esa noche, aunque no quisiera,
porque recordar es malo y lo sabe por experiencia. Prefiere usar todo su
cerebro en pensar en las clases, en sus niños y en las calificaciones.
Pero lo recuerda y la mitad de su ser se agita con
preocupación y preguntas que no se anima a hacer. La otra prefiere recordar una
linda sonrisa que enseña encías y dientes pequeños y blancos.
Respiraciones cortas hasta que cierra los ojos.
Es domingo y está solo y ha encontrado más de una razón para
desear que ya sea lunes.
=*=
El lienzo ha dejado de ser blanco y ahora expone en su
superficie lisa colores y manchas, algunas con formas de árboles raquíticos,
otras con forma de nada. Alguna que fue pintada de roja y que ha debido asumir
que es una manzana. Muchos pies. Algunas manos.
Sus alumnos se han ido hace media hora y Donghae aún no
termina de animarse a recoger el lienzo. Debe ponerlo sobre algunas mesas para
esperar que se seque, pero no ha dejado de admirar el trabajo.
La sonrisa sigue retenida en su rostro aunque no es
completa.
-Imaginé que te encontraría aquí –la voz masculina del
profesor Lee interrumpe sus pensamientos. Menos mal, resuelve Donghae, cuando
se da cuenta que habían rozado peligrosamente en las fronteras de una ciudad
reprimida.
Lee Hyukjae camina con resolución hacia el lienzo que los
niños han destrozado con pintura, so pretexto de una exposición artística de la
escuela y luego retrocede, sin fijarse, hasta el espacio que Donghae ha dejado
sobre una de las mesas arrinconadas alrededor del salón.
Imita la posición de Donghae aunque no comparte su
expresión.
-Mari
y Shulia –comenta a baja voz, porque
alzarla ahora parece inapropiado –preguntaban dónde estarías. Te has ganado un
par de admiradoras ¿eh? –concluye, aún a baja voz, pero la sonrisa se la puede
palpar en cada palabra.
Donghae
sonríe de nuevo, sin haberse dado cuenta que la sonrisa se le había caído
antes. Ese profesor, el que ahora se sienta junto a él, que siempre parece
tener respuesta para todo, que sonríe a cada rato como si le subieran el sueldo
por hacerlo, que se queja de los alumnos y juega con ellos a la rayuela, a la
cogida, al fútbol… ese profesor es solo un personaje extraño.
Aunque
al inicio aquella extrañeza le ocasionaba escozor en alguna parte del cerebro,
ahora solo le provoca sonreír con ganas. Seúl no es Mokpo, se ha repetido desde
el inicio. Seúl no es Mokpo y Hyukjae es solo Hyukjae.
-No
te preocupes –resuelve antes de levantarse y posicionarse en un extremo del
lienzo. -Te dejaré a Mari a ti
-Yah
–llama Hyukjae poniéndose de inmediato en el otro extremo y ayudando a cargar
con el lienzo para ponerlo sobre las mesas –recuérdame matar a Hyenim ¿ok? Solo
fue una vez, ¿okay? Una puta vez –finaliza y Donghae se muerde los labios por
reflejo para evitar que la sonrisa le salga sola viendo cómo su colega se rasca la nuca y muerde sus labios avergonzado.
=*=
La
puerta golpea con fuerza al ser cerrada por la espalda de Donghae, que sigue
apoyado sobre ella con los ojos abiertos como platos y la respiración
entrecortada.
Su
mirada ahora errática por cada superficie oscura de su pequeño, pequeñísimo,
departamento, parece buscar entre las sombras de los muebles a un asesino
oculto. Un asesino que conoce bien y que ahora amenaza con destrozar todo lo
que ha construido todo este tiempo.
Son
las ocho de la noche y es jueves.
Y
por primera vez en meses quisiera que fuera fin de semana.
=*=
-Te
dije que no volvieras por aquí –la voz de Donghae dice todas aquellas palabras
apretadas y al apuro.
-¿Podemos
hablar? –la pregunta suena casi una súplica pero Donghae no se deja engañar
demasiado porque conoce aquél juego muy bien, demasiado.
-No
tenemos de qué… –responde con igual rapidez que al inicio. Lo único que lo
detiene a no marcharse de ahí es la presión en su antebrazo, ocasionada por la
mano del sujeto que está a centímetros de él y que le asegura que si lo hace,
el problema solo se hará más grande de lo que ya es.
-Solo
hable---
La
cuestión es que el problema ya es grande y Donghae se da cuenta de eso cuando
alguien más aparece de pronto.
-¿Donghae?
–la voz de Hyukjae, que por primera vez no suena divertida, se entromete en el
diálogo apresurado que los dos sujetos sostenían frente a la entrada de la
escuela donde Donghae trabaja. -¿Pasa algo?
Hyukjae
está cerca, demasiado, como para no notar la mirada enfurecida del otro sujeto,
la expresión atormentada de Donghae y el agarre en uno de sus brazos.
Donghae
no quiere ver. De verdad, por qué no podía ese día ser como los otros, cuando
se encuentra con Hyukjae en la entrada y caminan conversando de nada hasta el
salón de maestros. ¿Por qué?
Oh
sí, porque el pasado es como la sombra de Peter Pan, cosida en uno de sus
talones.
-No,
no pasa nada –contesta Donghae intentando desasir el agarre, suplicar con la
mirada que deje todo así como está, mientras con otra mirada aún más devastada,
le ruega a Hyukjae que haga como que no ha visto nada y se marche.
-Bien
–dice con una sonrisa distinta –entonces vamos a clases. Si nos retrasamos más,
llegaremos tarde.
Donghae
se siente inútil y tonto y algo débil cuando Hyukjae pasa su brazo por sus
hombros y con un jalón lo destierra del agarre, lo saca de ese perímetro, lo
arrastra hasta un lugar que para él ya se convirtió en un refugio seguro.
Pero
el brazo no se queda demasiado tiempo sobre sus hombros. Con lentitud, pero con
seguridad, Donghae puede sentir como éste es retirado y regresa hasta uno de
los costados de su dueño. Y Donghae empieza a querer que el piso se abra bajo
sus pies y se lo trague entero.
El
resto del día, Donghae se evapora de la sala de profesores, se llena de niños
con caras pintadas y dibujos distintos sobre cartulina blanca, se salta el
almuerzo y cuando la hora de salida suena, va directo hasta la salida.
Cuando
llega a su departamento es cuando recién se da cuenta que el peso sobre sus
hombros amenaza con derribarlo si da un paso más; nota que la respiración es
difícil y que no puede, por más que quiera, evitar que todo lo que pensó que
había dejado atrás, retorne con fuerza a estallarse contra su cara.
Shit!
=*=
El
otoño está cediendo su paso indiscriminado al invierno. Las copas de los
árboles, cada vez menos verdes, cada vez más huesudas, cada vez más solitarias
como él, adornan las calles como si se sintieran orgullosas de su desnudez.
Donghae
observa el mundo transcurrir por una vidriera, mientras su taza de café
caliente humea esplendorosa e invitante.
Delante
de él, el mismo sujeto del día anterior lo observa en silencio. Hubiera querido
permanecer así, piensa Donghae, en el silencio más absoluto, fingiendo que no
estaban ahí, que Mokpo seguía estando a un poco más de dos horas de distancia
por tren y a muchas horas de su vida.
Pero las promesas vuelven a desfilar por los oídos de
Donghae. Una y otra vez, las mismas de siempre. Que dejará a la esposa, que no
le importará lo que digan, que estarán juntos, que solo necesita un poco más de
paciencia, solo un poco más. Que su madre ha preguntado por él, que no sabe qué
hacer con su vida sin él.
Las mismas promesas, las mismas palabras.
Pero Donghae ya no es el mismo.
Es sábado y son las cuatro de la tarde y Donghae inhala
profundamente y devuelve la mirada hacia el frente donde él está, prometiendo,
rogando. Y Donghae mira a su taza, con su café ahora frío y sin humo, igual de
negro que siempre, como le ha gustado desde que lo probó. Mira su taza y mira
de nuevo hacia el otro que se ha callado súbitamente, esperando.
Y es ahí recién cuando Donghae recuerda que sonreír, no
siempre tiene que doler.
=*=
La conversación que Donghae temió todo el resto de fin de
semana, no se ha dado en lo que va de esa, y ya van a miércoles. Tal vez
Hyukjae no haya interpretado correctamente los signos. Tal vez los interpretó
pero ha decidido mantenerse callado. O tal vez los interpretó bien y solo no le
interesan.
De todas maneras, se repite Donghae, cualquiera de esas
opciones es buena.
No importa.
=*=
-Al fin viernes, ¿no? –expone Mari y la típica conversación
de cada viernes se desfila con flujo rutinario entre todos los presentes.
-Me iré a casa –dice Donghae, rompiendo con la rutina una
vez entre muchas.
Mari, Hyenim y hasta Julia intentan convencerlo de animarse.
Las tres le dicen que es necesario despejarse después de una semana de locura
infantil de 8 de la mañana a 6 de la tarde. Le dicen que se sentirán mal si él
no las acompaña. Le dicen, incluso, que el grupo no estará completo y Donghae,
con una sonrisa cortés, declina cada uno de los ofrecimientos.
Se despide con un movimiento rápido de su cabeza, no
queriendo darse demasiado cuenta que Hyukjae ha permanecido callado todo el
tiempo.
=*=
La voz monótona del perífono anuncia la próxima salida del
tren en su andén. El boleto está aferrado con fuerza en su mano, como si de él
dependiera que Donghae encontrara la fuerza para seguir caminando.
Dos horas y unos cuantos minutos más y estará de regreso a
todo aquello que una vez pensó dejar atrás para siempre.
Es solo que en ese momento no sabía que, sin importar cuánto
te alejes, lo que dejas atrás lo cargas contigo, atado a tu cintura, cosido en
tus talones, escondido en rincones oscuras de tu alma y te cazan cuando sonríes
o cuando estás solo o cuando menos los quieres.
Y de verdad no importa cuánto huyas y corras y escapes, o lo
intentes, porque además de terminar cansado, Donghae se da cuenta que también lo
haces con un boleto en tu mano que te conduce de regreso a enfrentarlo.
=*=
-Bien,
lo estuve pensando –dice Hyukjae de pronto, sentándose a su lado en una de las
gradas de la cancha cubierta, mientras sus alumnos corren animados detrás de
una pelota de basquetbol –que sé que soy muy guapo, pero tampoco soy tan
irresistible ¿no?
Donghae
lo mira un rato, frunciendo sus cejas y entrecerrando ligeramente sus ojos,
intentando entender lo que está diciendo.
Pero
Hyukjae sonríe y voltea la cara, esquivando la mirada de Donghae, antes de
rascarse la nuca.
-Quiero
decir… -y al empezar su voz baja hasta lograr que solo los dos puedan
escucharla –que espero que no te haya metido en problemas con… tu sabes, tu… amigo.
Donghae
parece entenderlo ahora y no sabe si reírse o golpearlo porque se ha dado
cuenta que a veces Hyukjae es un poco idiota. No obstante, tal vez a manera de
venganza personal, decide no hacer ninguna de las dos cosas y, en cambio, vuelve
a mirar hacia el frente y le echa una porra a uno de sus alumnos.
-Okay,
okay, lo entiendo… tal vez no debí meterme ese día –insiste, aunque esta vez
paraciera estar dándose por vencido –Lo siento –concluye flexionando su mano
hacia atrás y enseñando la palma mientras la punta de su lengua es apresada
entre sus dientes.
Donghae
no lo aguanta más y se ríe, echando la cabeza hacia atrás, con sus ojos casi
vueltos dos rendijas negras y el puño sobre su boca y Hyukjae lo mira perplejo
por varias razones, hasta que, luego de unos segundos, algo parece hacerlo
reaccionar y comparte con él la risa.
-¿Estamos
bien? –pregunta Hyukjae luego que ambos se han callado y mientras ve a Donghae
limpiarse las esquinas de los ojos.
Donghae
lo mira sonreído y asiente.
-Estamos
bien.
=*=
-Okay,
detente… ¡asustas!
Donghae
se ríe divertido, realmente divertido.
Se
ha reído toda la tarde; no ha podido dejar de hacerlo porque Hyukjae es el tipo
más gracioso que conoce.
Es
sábado y se juntaron para comprar algunas cosas para el departamento de
Donghae.
Es
solo que se le olvidó mencionar que Navidad es su época favorita del año y tal
vez, solo tal vez, es un poco obsesivo con las lucecitas de colores.
-Tu
casa terminará pareciendo carro alegórico –sentencia Hyukjae con cara de asco
al ver las decenas de paquetes que han comprado aquella tarde.
-No
–corrige Donghae en seguida- Parecerá una casa con espíritu navideño, nada más.
-Sí,
un espíritu demoníaco.
Donghae
se vuelve a reír porque no puede evitarlo.
Hyukjae
prefiere morderse el comentario de que luce más adorable que toda la bola de
alumnos primarios que tiene a cargo.
No
que a Hyukjae le parezca adorable alguno de ellos.
=*=
Seúl
respira Navidad más que cualquier otra ciudad que Donghae conozca.
Cada
árbol de cada parque está adornado con luces; los pasajes son coronados con
arcos de vegetación navideña ficticia y los faroles de los parques lucen
enredaderas brillantes.
La
nieve que cae le da un aspecto de bolita de cristal, de esas que tienen casas
diminutas construidas por dentro y que siempre le intrigó a Donghae el cómo
podrían construirlas con tan poco espacio.
No
le importaría caminar todo ese trayecto solo. Pero no puede negar que tener a
Hyukjae como compañía le da un ambiente distinto a todo.
Si
Donghae se permitiera ser cursi, pensaría que todo adquiere tonalidad a cuento
de hadas.
Pero
no, Donghae no es cursi.
=*=
Las
vacaciones de Navidad están por concluir y los profesores de su sección han
organizado una reunión entre todos. Propusieron hacer un intercambio de
regalos, pero al final solo quedó vigente la cena.
Los
asientos están dispuestos de tal manera que Donghae y Hyukjae se sientan juntos
y ríen en público por chistes privados.
Hyukjae
se levanta algunas veces y propone brindis absurdos que amenazan con destrozar
el abdomen de Donghae de tanta risa.
Sus
compañeras también ríen y se desean entre todos buen futuro, encontrar un
esposo, ganar la lotería, que sus alumnos se queden mudos un día a la semana.
La
mano de Donghae roza accidentalmente la de Hyukjae y por un momento a Donghae
se le vuelve a caer la sonrisa. Pero Hyukjae le sonríe y lanza su brazo por
encima de sus hombros en un abrazo amistoso y confiado.
Y
Donghae se siente en casa por primera vez en mucho tiempo.
=*=
-¿Mal
día? –pregunta Hyukjae mientras le ofrece una cerveza que Donghae no sabe cómo
rechazar.
-Pudo
haber estado mejor –confiesa Donghae aunque a esas alturas ambos saben que no
está siendo del todo sincero.
-Si
quieres puedes contarme… -ofrece Hyukjae, quien poco a poco ha sido el
depositante exclusivo de los secretos de Donghae.
De
muchos de ellos, pero no de todos. En especial, no de uno.
=*=
Hyukjae
ofrece acompañarlo hasta su departamento o darle el sofá para que duerma esa
noche. Al día siguiente sería domingo y no tienen que madrugar, pero Donghae lo
rechaza con un movimiento de mano mientras se encamina a la salida.
Hyukjae
lo acompaña de todas formas hasta la calle e insiste en verlo partir aunque sea
una parte del camino.
Donghae
da dos pasos y se regresa nuevamente.
-Bien,
gracias por escucharme –dice con sonrisa cansada pero limpia.
-Hey,
no es nada –minimiza Hyukjae con una sonrisa y un movimiento de ojos.
-No,
de verdad… Fue mucho… -corrige Donghae con insistencia -En todo caso, ya me voy
-Bien
-Buenas
noches –se despide con la mano extendida en saludo indio –Y… gracias de nuevo.
Toda
aquella situación lo pone tímido, demasiado tímido y demasiado incómodo.
-¡Oye!
-llama Hyukjae y hace que se devuelva un paso y se voltee para mirarlo
-¿Qu---?
–Donghae es interrumpido por la colisión delicada de un par de labios sobre los
suyos. Sus ojos abiertos de par de par y su respiración contenida en la
garganta - Oh… -consigue articular luego de que Hyukjae se separara y lo
empezara a mirar fijamente -¿Por qué hiciste eso? -pregunta intrigado, sin
saber aún si enojarse o dejarlo pasar
-Mmm…
no lo sé –dice con las manos agarradas detrás de su espalda para que Donghae no
note cómo le tiemblan.
-Okay,
mira, no estoy tan vulnerable, ¿ok? No necesito actos de compasión…
-Créeme
esto no fue por compasión.
-¿Ah,
no? ¡Jajajá! ¿Qué… ahora resulta que te gusto?
-Pues
sí… me gustas.
-¿Ah?
–pregunta sorprendido Donghae -Pero pensé que no te gustaban los hombres.
-No
me gustan…
-¿Entonces
qué… te gusto yo?
-Sí,
me gustas tú.
-…
-…
-Okay,
-dice con una pequeña sonrisa asomándose a sus labios- entonces… ya me voy.
-Buenas
noches... -contesta Hyukjae meciéndose sonreído sobre la punta de sus pies- Nos
vemos el lunes.
-Sí,
el lunes.
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N/A: Tadaaaaaam... si leyeron todo esto, perdón! xD A veces los kdramas se pasan no más a los ff...
Nati, querida, esto no puede quedar en oneshot ;_; Me hace sufrir que sea así. Yo quiero más, mucho más de esto pedazo de gloria.
ResponderEliminarAdoré el desarrollo, lento, calmado.
Adoré a Hae como profesor de escuincles que ama. Y adoré que se mantuviera en la oscuridad todo el pasado de DongHae. Sí, se entiende lo del patán casado que dice amarlo; pero más ya no, y eso me encanta.
Y el final así, tan sorpresivo (porque pensé que pasaría mucho mas), y tan tierno a la vez con esa semi-conversación con esos dos.
Quiero más, porque necesito saber qué pasará entre ellos. Es obvio que se gustan, pero yo quiero más.
La personalidad de Hyuk me encantó y me hizo reír.
Gracias por compartir.
Sigue escribiendo <3
Lo hiciste más grande! *-* Pues ya te dije con que parte me quedaba, pero ajldkfslfd... TODO ES PERFECTO Y LINDO Y LO QUIERO PARA MÍ.
ResponderEliminarMe gustó la manera en que las cosas fluyeron entre Hyuk y Hae. Y ese detalle de las risas y los chistes privados dio un poco de miedo porque así son ellos y, da a pensar que estoy leyendo algo, un pasaje real de su vida adaptado en un fanfic <33
Me alegro mucho de que hayas decidido publicarlo, pero fui todavía más feliz porque nos regalaste una historia hermosas de las que ya hay pocas u.u
Ya tuve oportunidad de comentarte lo que pienso... y aquí no me queda más que decir: CONTINUAALOOO xDDD hahah ok, no porque yo también soy de las que apruebo los finales abiertos. Pero sería lindo que escribieras más EunHae otra vez <3
Oye tú... solo me haces sufrir, ¿sabes?, me sentí feliz cuando me llego la mención en twitter, sabes que me gusta el como escribes y yo estaré muy feliz de enterarme de las cosas que publiques ;;
ResponderEliminarY me encanto que fuera largo, largo ♥ ya tendrás idea de cuanto me gustan los escritos muy extendidos, me pareció algo muy tierno y misterioso por Donghae, ese pasado que no lo dejaba ser como alguna vez fue, pero me supongo lo arreglo, pues volvió a sonreír ♥ y fue con Hyukjae, bueno con ese hombre regalando sonrisas a todas horas yo tampoco me aguantaría las ganas de devolverle la sonrisa ;; además de que el mismo noto lo adorable que era askdkff; -dies-.
Me quede con ganas de más, si soy una pediche (?), quiero más, :( me vas a golpear yo lo sé (?) la confesión fue muy linda, pero Donghae no contesto nada ajskfhy; -llora- ah, bueno, si decidieras continuar esto me encantaría enterarme, y si no, pues esta bien :)), cuídate ♥.